En nuestra tarima,
las emociones danzan,
La alegría cual sol
que ilumina la esperanza,
Esa tristeza como
lluvia que limpia el alma herida,
Además del miedo cual
sombra que acecha en la vida.
La ira, un volcán de
lava ardiente,
El amor, suave brisa
que alivia la espera,
La sorpresa, ese
destello que rompe con la rutina,
Y la calma, ese
momento de paz que nos fascina.
Con cada emoción sea
una nota musical,
En los acordes del
alma, un concierto total,
Aprendiendo a
escuchar cada instrumento interno,
Aceptando la melodía,
verano o invierno.
Porque en la
diversidad de nuestro sentir se encuentra,
La riqueza del ser,
una esencia que alimenta,
Un viaje profundo al
corazón humano,
Donde cada emoción es
un tesoro anonadado.
Entonces todos unidos se pusieron
a tocar las trompetas y a cantar a una voz para alabar y dar gracias al Señor,
haciendo sonar las trompetas, los platillos y los otros instrumentos musicales
mientras se cantaba: “Alaben al Señor, porque él es bueno, porque su amor es
eterno.” En aquel momento, el templo del Señor se llenó de una nube,
2 Crónicas 5:13
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